lunes, 23 de abril de 2007

Record Mundial Espiritual



(...) Estas viejas formas de vida que arden lentamente, como brasas no extinguidas, bajo la superficie de la civilización moderna, procuran aún en muchos casos el calor que late en todo embeleso, en todo amor a una cosa que es tal por la cosa misma y no por cualquier otra. El placer de cultivar un jardín se remonta a épocas antiguas, a aquellos tiempos en los que los jardines pertenecían a los dioses y eran cultivados para ellos. La capacidad de sentir lo bello tanto en la naturaleza como en el arte viene anudada por mil tenues hilos a estas representaciones supersticiosas. Cuando el hombre moderno corta los hilos que le une a ellas, bien burlándose, bien haciendo alarde de las mismas, es posible que el placer todavía dure algún tiempo, pero su vida interior puede darse por extinguida. No podemos atribuir a un instinto estético autónomo la alegría que nos procura una flor o la atmósfera de una habitación. La receptividad estética del hombre viene vinculada, en su prehistoria, a diversas formas de idolatría; su creencia en la excelencia o en la santidad de una cosa precede a la alegría por su belleza...

(Horkheimer, Crítica de la razón instrumental)








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