lunes, 26 de marzo de 2007

Tengo un arte poético involuntario...



Son las 11:47 de la mañana y aún no he echo nada de provecho. No he ido a clase. No he echo la cama. No he desayunado. No he abierto las ventanas. No he tenido contacto con otro ser humano. Y lo único que me apetece es estar a solas con Camus.

"Es verdad, usted no conoce esa mazmorra que en la Edad Media se llamaba el malconfort. En general se le dejaba a uno olvidado allí de por vida. Aquella celda se distinguía de las demás por sus ingeniosas dimensiones. No era lo suficientemente alta para permanecer de pie, pero tampoco lo suficientemente larga para permanecer acostado. Había que aceptar el estilo del tullido, vivir en diagonal; el sueño era una caída, la vigilia un acuclillamiento. Pesando mis palabras, querido amigo, le diré que había algo genial en aquél hallazgo tan sencillo. Mediante la inmutable condición que anquilosaba su cuerpo, el condenado aprendía todos los días que era culpable y que la inocencia consiste en estirarse alegremente. ¿Puede usted imaginar en una celda parecida a un hombre aficionado a las cumbres y a las cubiertas superiores? ¿Qué? ¿Se podía vivir en esas celdas y ser inocente? ¡Muy poco probable, muy poco probable! De otro modo mi razonamiento se rompería la crisma. Me niego a considerar un solo instante la hipótesis de que la inocencia pueda verse obligada a vivir como un jorobado. Además, nosotros no podemos afirmar la inocencia de nadie, y sin embargo podemos afirmar con certeza la culpabilidad de todos. Todo hombre es testigo del crimen de todos los demás, ésa es mi fe y mi esperanza."

Albert Camus

La Caída.

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